El primer día de clase, una alumna de primer grado, inundó el aula y el patio de la escuela, de lágrimas de angustia por el deseo de ir con su mamá.
Cuando todo parecía ya imposible de revertir, la Maestra Recuperadora del Turno Mañana , Paulina, con su voz tan suave como persuasiva, la acompañó a la Biblioteca.
La docente le solicitó a la Maestra Bibliotecaria, algunos libros.
La dedicación en el acompañamiento emocional de la Maestra Recuperadora, logró que la resistencia fuera cediendo para dar paso a la curiosidad.
Desde la exposición de la Mesa de Libros, la niña eligió el “más gordo” por sus muchisísimas hojas, con tapas tan duras multicolores y brillantes, y bajo este bello título: “Un Tesoro de Cuentos de Hadas”.
Al rato, la niña miraba las ilustraciones con total interés, siempre con la guía de comentarios y preguntas de la Maestra Recuperadora. Y su llanto había pasado…
Ya en su tercer día de clase, minutos antes del inicio del horario escolar, la Maestra Recuperadora descubrió el momento en que la alumna estaba a punto de volver a llorar.
Entonces ambas, vinieron a la Biblioteca.
Otra exposición de libros.
Esta vez, mucho más rápidamente, eligió “sólo entre los gordos expuestos”, pues son de su preferencia. Y fue hojeando, con interés, las hojas de “Un Tesoro de Cuentos”.
En estos momentos, se convirtió en una niña tranquila, más contenta, pudo trasladarse a desayunar al aula, mientras socializa con sus pares bajo las miradas atentas de Paulina, la Maestra Recuperadora y la de su Maestra de Grado.
Estos cambios silenciosos, que muchas veces son imperceptibles hasta para los mismos maestros en su autovaloración, responden a un diario compromiso docente, quien logra a través de su capacidad, su percepción y sus valores humanos, resolver situaciones fundamentales.
Cabe destacar estas intervenciones oportunas de las maestras, pues predisponen al alumno a un mejor clima de aprendizaje y a un importante crecimiento y transformación en su actitud madurativa.
¡Felicitaciones, a ambas!
Publicado por M. Bibliotecaria Lucía M. Natalino
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